07 September 2006

Ratones de Biblioteca

Hace unos días vimos a un dirigente estudiantil maipucino excusar a sus compañeros por causar enormes destrozos en la vía pública. Las razones eran simples: hay alumnos en Maipú que se mueren de hambre y además tienen que aceptar como compañeros de sala no sólo a seres humanos, sino también a ratones que se pasean sin problemas por debajo de sus pupitres.
En mayo pasado, vivimos muchos días de incertidumbre con la bulliciosa revolución pingüina, el gobierno tardó, pero finalmente anunció sus medidas, las cuales en primer momento parecieron ser aceptadas por todos los secundarios. La reforma a la LOCE, las raciones alimenticias para medio millón de escolares, la mejora de las infraestructuras y la gratitud de la PSU para los alumnos con menos recursos, fueron los remedios más significativos que dio la presidenta Bachelet para calmar la batahola.
En total, el ministro Velasco dijo que su inversión sería de 31 mil millones de pesos para el 2006 y un máximo de 72 mil millones de pesos para el año que viene. A simple vista parecen cantidades muy grandes para un país como Chile, y como dijo la presidenta -al negar la gratuidad del pasaje escolar- "es mucho dinero. Mi obligación es atender la necesidad de todos los sectores". Al parecer los estudiantes de Maipú no se quedaron con esas elevadas cifras, y al ver que sus propias necesidades, tan básicas como estudiar con ratones, no eran cubiertas, optaron por protestar.
En realidad los secundarios tenían toda la razón. Sus pancartas "Cobre por educación", no hacían nada más que decir la verdad. Consideremos que las ?grandes cantidades? ofrecidas por el ministro de Hacienda, solamente representan un 1,2 por ciento del superávit fiscal proyectado para el 2006 y 4,4 por ciento de las exportaciones forestales durante el 2005.
Las cifras de los últimos años hablan por sí solas. Chile ha crecido en forma superlativa desde el año 2000, después de la crisis asiática, incluso llegando al 7% a mediados del 2004. Pero la educación se estanca. Es sabido por todos que el actual sistema es deficiente e injusto. El Gobierno destina ingresos al parecer suficientes (ver gráfico): desde 1990 a 1999, el gasto en Educación creció un 165%, número nada despreciable. Pero pasa que la última ley que firmó Pinochet, y que la derecha no quiere cambiar por nada, hace que este inmenso gasto parezca una pérdida de plata.Entonces se hace paradójico. Los Gobiernos de la Concertación se defienden con que se aumenta día a día el gasto social, pero que algunas leyes orgánicas, como la LOCE, están guardadas bajo siete llaves por la derecha y en democracia contra eso no hay nada que hacer. Pero eso suena mucho a excusa y poco a acción, ya que frente a un crecimiento como el que ha tenido el país en el último lustro, y ante los recientes excedentes del cobre, lo menos que se podía hacer era incrementar el gasto en lo peor de Chile: la educación. Cómo es que sólo ante la presión de miles de adolescentes organizados, y recién después de 16 años a la cabeza del país, se viene a intentar, y al parecer seriamente, una reforma a un sistema nefasto, en el que los sostenedores subsidiados por el estado se hacen ricos mientras los niños se hacen ignorantes, y que genera esto: ratones bajo las sillas.

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